Un Estado de bienestar incompleto, como el español, es una rémora
para la mayoría de sus habitantes. Los más perjudicados son, sin duda,
los de menor poder adquisitivo. Pero el estamento especialmente
damnificado transversalmente es el femenino. Véase, por ejemplo, la
última Encuesta de Población Activa para comprobar la enormidad de esa
carga que, además, va a peor. El número de españolas que trabajan a
tiempo parcial por cuidar a familiares aumentó el pasado año (en un
30,7% respecto al ejercicio anterior).
Ahora son un ejército de 344.800
mujeres que se suman, obviamente, a las que se ocupan de sus familiares y
que no disponen de empleo remunerado o hacen equilibrios imposibles en
su vida diaria.
Todos
los Estados han contraído a lo largo de la historia una gigantesca
deuda con las mujeres y es lamentable que esta siga aumentando en el
siglo XXI a costa de su aportación ni pagada ni valorada. Desde la
Conferencia de la Mujer de Pekín en 1995, diversos organismos han
contabilizado tal aportación. Las cifras son enormes. La experta en esta
materia María Ángeles Durán ha calculado que en España cuidar a los
dependientes equivale a 28 millones de empleos a tiempo completo. Los
que cuidan de los niños (cada vez menos), de los enfermos y de los
mayores (cada vez más) son casi siempre (en un 76% de los casos según la
ONU) mujeres. Y la situación no solo no mejora como cabría esperar en
este momento histórico del #MeToo y las movilizaciones masivas.
Cuando
toca sacrificarse, ellos miran a otro lado mientras la sociedad les
interpela a ellas casi en exclusiva. En España, el pasado año disminuyó
el número de hombres que optaron por un empleo a tiempo parcial para
cuidar de alguno de los suyos.
Se requiere mucho dinero público para atender a todas las personas
que lo necesitan y la solución, de momento, consiste en ayudar poco y
tarde a muchos, desatender a casi una tercera parte y, por supuesto,
confiar al esfuerzo mayoritariamente femenino aquello que el Estado no
puede o no quiere ofrecer. La consecuencia es la de siempre: una
drástica reducción del tiempo, de las expectativas y de los salarios de
la población femenina.
En este contexto, las promesas electorales de bajada de impuestos
suenan obscenas, salvo que estas se acompañen de propuestas de reformas
que reduzcan el gasto público en otras partidas y aumenten las dedicadas
al bienestar de la población. No es sencillo resolver el problema y
ayudaría mucho cambiar mentalidades de manera que los hombres que cuidan
a sus seres queridos no sean una rareza.
Noticia recuperada de: https://elpais.com/sociedad/2019/03/26/actualidad/1553616866_267462.html
Realizada por:
-María Gallardo Gerena.
- Lucia Chumilla Cobos.
- María Isabel Ruíz Rodriguez.
- Miguel Ángel Mateo Pozo.
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