Aumentan las iniciativas sociales para evitar el desamparo en que caen centenares de adolescentes extranjeros solos al cumplir 18 años.
Sheila Gozalo, una mujer vasca , se convirtió en tía de
Yassine,
marroquí de Agadir, hace 12 meses. No hubo por medio trámites
legales, solo la voluntad de querer acoger a alguien que lo necesitaba. Cuando Yassine cumplió 18 y la Administración le retiró la residencia de la que disponía como menor no acompañado, Sheila le abrió la puerta
de su casa hasta que la Diputación Foral de
Gipuzkoa le asignó una plaza en un piso de inserción sociolaboral. “No
iba a dejar que durmiera en la calle, obviamente”, dijo la mujer, que es
educadora social y en 2018 se convirtió en mentora del chaval a través del programa Izeba (que significa tía en euskera).
El efecto del programa en los chavales según Maddalen Epelde es el siguiente: “En primer lugar los chicos
reciben apoyo emocional, le dan mucho valor al hecho de sentir que le
importan a alguien. También les ayudan a renovar los documentos, que
para ellos son fundamentales, a matricularse en cursos y a encontrar
trabajo; los izebas a veces les acompañaban a las entrevistas,
escriben cartas o llamaban por teléfono para recomendarlos. Les
facilitan la búsqueda de vivienda y, en algunos casos, los acogen de
forma temporal mientras encuentran alojamiento. Les proporcionaban una
red social que los jóvenes autóctonos tienen de forma natural y de la
que ellos carecen. El resultado es que, comparados con otros chavales de
parecido perfil, los que participan en el programa tienen trayectorias
más exitosas, más satisfactorias”
Ana Navas López y Silvia Aragón
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